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¿Qué es un render? -Parte 1


Seis de cada seis personas desconocen qué es un render. Lo sé porque toda esta semana preguntaba a cualquier persona que tuviera al lado si sabía qué era un render y ninguno supo dar respuesta. No ayudó que pasara la semana encerrado en casa y que le hiciera la misma pregunta a los mismos familiares varias veces, pero concluí que en general la gente normal no tiene ni la más remota idea de qué es eso.


De ahí que entremos en una primer segmentación: es asunto de iniciados. De conocedores y de especialistas. Porque el render, como el teléfono celular, es distintas cosas para distintas personas. Me voy a saltar la explicación técnica, con sus ecuaciones, su ray casting, y sus juegos de té, que para eso la Wikipedia se pinta sola y voy a zambullirme en las aguas de la experiencia.


El render como herramienta de expresión gráfica

Todos los que pasamos por la carrera del cigarro y las desveladas, —al menos los que pasamos por ella hace casi veinte años—, aprendimos a hacer perspectivas a base de portaminas de colores, papeles transparentes y amenazas. Métodos renacentistas y herramientas de lo más variadas: colores, acuarelas, tinta, plumones, gises, carboncillos, aerógrafo, pintura acrílica... cualquier cosa que manchara la ropa, servía.


De ahí que para nosotros, el render sea una herramienta de expresión gráfica. Nada más que digital en lugar de análoga; no mancha los dedos, pues, como las otras. Reemplazó nuestros gises pastel —o los chartpack/copic de los más pudientes— por pixeles en una pantalla. Y así, de un día para otro, ya no necesitabas ser el tipo que ganaba concursos de expresión gráfica dibujando guacamayas con prismacolor, para lograr perspectivas medianamente decentes.


Con un manejo tan exquisito y potente —incluso viril— de las técnicas de expresión gráfica, nunca dejaré de preguntarme por qué me decanté por la expresión digital.

Para un arquitecto, el render es lo que para una embarazada sería un ultrasonido: La imagen de una creatura que existe pero que no se ha manifestado a plenitud en el mundo real. Forma todavía parte de su creador. Por eso el render es el único lugar donde el arquitecto tiene —todavía, pues lo perderá después— el control absoluto sobre todos los elementos de su proyecto.


Pero cuidado, que con un gran poder viene una gran responsabilidad, porque saberse investido de un poder omnímodo para controlar los aspectos más nimios del proyecto, en ocasiones deriva en renders cuyo desarrollo se perpetúa mucho más allá de lo necesario. Cuando estos apoyan a la generación de un proyecto, esto está perfectamente justificado; pero cuando hay un promotor detrás que cuenta las horas para comenzar a vender un inmueble, los interminables cambios en el proyecto suponen una pérdida de tiempo, recursos e ingresos importante.


El render como obra de arte


Si usted carece de vida social como yo, seguro se habrá cruzado alguna vez en internet con el término NFT, o Non-fungible tokens. Si usted todavía se reúne con amistades y no conoce el término, ya se lo explico: Si yo le envío a su correo uno de nuestros bonitos renders, usted puede agarrar el archivo y enviárselo a docenas o a cientos de personas más. Cada una de ellas terminará con una copia de nuestro render en su computadora, una copia exactamente igual a la que recibió usted en un principio.


Pues a alguien muy ocioso, se le ocurrió hacer un Mashup como el que hizo Dj BC con los Beatles y los Beastie Boys, pero entre blockchain y archivos JPG para crear un token digital que básicamente es un certificado de propiedad sobre ese archivo. Esto significa que puede usted vender la imagen "original" con todo y su certificado de propiedad, que es lo único que la distinguirá de las copias que cualquiera, incluso usted mismo, pueda llegar a hacer de la misma imagen. Es como si fuera una copia firmada, nada más que la firma no se ve por ningún lado. De manera que en el mundo de hoy, un artista digital puede vender archivos de imágenes o video por bastante plata. Si quiere entender como funcionan los NFTs para volverse el próximo Bansky produciendo arte digital, comience por conocerlos aquí. Después me invita un café, que le di la idea y eso no es poco.


Mike Winkelmann, o Beeple, para los amigos, es un artista digital que se vale de las mismas herramientas con las que nosotros los arquitectos construimos imágenes digitales de edificios, pero él las utiliza de una manera financieramente más inteligente, creando postales oníricas que han cotizado hasta por 60 millones de dólares en la casa Christie's. Con lo que renders no impresos, han entrado oficialmente a la categoría de "arte" y se valúan en millones de dólares. ¿Es esto una burbuja? ¿Es una compleja crypto-estafa? Solo el tiempo lo dirá, pero la oportunidad esta ahí.


El render como fotografía


Si estas consideraciones aplicaban a piezas generadas de forma digital. ¿Qué pasa con las fotografías? ¿Qué vuelve arte a una fotografía? ¿Será la perfección técnica? Porque hasta a Avedon le salían las fotos desenfocadas. ¿O será que es necesario retratar solamente a grandes personajes de la historia moderna? Porque a Elliott Erwitt le bastaba encontrar a un perro en la calle y paría un ícono de la fotografía. ¿O tendrá que ver con salir al descampado, trepar montañas y fotografiar parques nacionales como Ansel Adams? Pues tampoco, que a Lee Friedlander le bastaba la habitación de un motel.

Vaya, que el arte es subjetivo y no está muy claro —y posiblemente jamás lo estará—, cual pieza visual asciende a la categoría de arte y cual no.


Ahora, acercándonos a la fotografía de arquitectura, creo que su valor radica —desde mi muy personal punto de vista, que quede claro— en su capacidad para registrar un proyecto. Esa es su primer tarea y lo que la vuelve diferente a otras ramas del mismo oficio, como la fotografía de desnudos o la de mascotas, ramas bastante más entretenidas que la fotografía de arquitectura.

En nuestro oficio, el principal objetivo es dar a conocer de forma coherente un proyecto a personas que jamás pondrán los pies en él.


Para ello, utilizamos una narrativa, similar al montaje cinematográfico, donde a partir de fotos se construye el recorrido por un proyecto. La perfección técnica no es opcional. Además, el registro fotográfico debe llevar incrustada la mirada particular del fotógrafo en todo momento: sus decisiones estéticas y compositivas, la manera de crear una iconografía del proyecto, su capacidad para elegir lo que entra a cuadro y lo que no, el uso experto del equipo con el que cuente, su paciencia para esperar el movimiento del sol o su capacidad para trabajar bajo cualquier tipo de luz.


Si todas estas consideraciones también se toman en cuenta al desarrollar un render, ¿qué tan distinto es un render de una fotografía? Creo que conforme el tiempo transcurra, esta frontera se volverá cada vez más difusa. Al menos en el aspecto visual.


La fotografía actual pasó ya de las placas y el rollo de 35mm. al sensor electrónico, y del visor con pentaprisma al visor electrónico. Ya sé que hay mucha gente allá afuera disparando con rollos o con una Rolleiflex al ombligo, pero la gran mayoría de quienes viven del oficio ya no lo hacen. El hecho es que al día de hoy la salida de una imagen que genera una cámara es a través de un archivo electrónico en pixeles, no de una película que hay que positivar y llevarte a una ampliadora.


La salida de cualquier software de renderizado también es un archivo electrónico que es posible "revelar" como si fuese una fotografía. Por un camino o por el otro, terminas con una imagen en pixeles de un edificio, cosa que no ocurría sino hasta este siglo.


Lo que cambió son las herramientas para generar ese archivo: En lugar de un sensor, algunos lentes, un tripié y par de flashes, utilizamos una computadora. Dentro de esa máquina se simula un universo y se dota a ese universo de realismo —ojalá después abordemos el tema del universo como una simulación—. Ahí dentro controlamos incluso los elementos de la naturaleza, pero sobre todo, controlamos los mismos elementos técnicos que se configuran en el mundo real a la hora de fotografiar algo: velocidades de obturación, apertura y profundidad de campo, ISO, longitud focal, desplazamiento del lente, ubicación de la cámara. Y por descontado junto a la técnica, va también la mirada, de la que hablamos hace un momento.


Por si fuera poco, en el mundo del renderizado, los motores de render cabalgan sobre algoritmos cada vez más poderosos, que dotan de más "realidad" a esa simulación del espacio. Es por eso que al día de hoy hay renders indistinguibles de fotografías y fotografías indistinguibles de renders.


Pese a todo ello, me niego a pensar que la fotografía será reemplazada por el renderismo, por la sencilla razón de que ambos oficios generan productos que son necesarios en diferentes etapas de un proyecto. El contenido de un render habla sobre el futuro y el de una fotografía sobre el pasado: En el render pretendemos ver algo que todavía no existe, mientras que la fotografía es una constancia de que eso existió en algún momento.


Arriba, un render que hicimos para CC Arquitectos en 2014. Abajo, una fotografía del gran Rafael Gamo. ¿Vimos lo mismo en distintos momentos? ¿O es que Manuel Cervantes nos pidió a huevo la misma vista a los dos? No sé, ya no me acuerdo, fue en 2014 y no recuerdo ni lo que pasó ayer.

Ya en el siguiente post seguiremos explorando qué más es el render para distintas personas. Yo le paro aquí porque tengo que ir al Soriana.

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